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Los participantes de esta misión visitaron a familias sirias que habitan en campamentos de refugiados y comunidades en el Líbano, en la frontera con Siria, así como una escuela y un centro médico para refugiados. Estas familias viven en condiciones deplorables, con un limitado acceso a servicios públicos básicos como la salud, la educación, el agua y la electricidad.
Refugiados sirios en el Líbano
El Líbano acoge al mayor número de refugiados per cápita del mundo. Aproximadamente dos millones de refugiados sirios huidos del conflicto en Siria se han instalado en el Líbano, un país cuya capacidad para manejar los flujos de refugiados no da más de sí, ya que posee una población total de seis millones de habitantes, de los cuales alrededor del 25 % son refugiados. Estos viven en condiciones deplorables y, al igual que la población local, padecen las carencias de unos servicios públicos faltos de fondos y la escasez de trabajo decente y de protección social. El Líbano no ha ratificado la Convención de la ONU sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 ni su Protocolo de 1967, por lo que oficialmente no reconoce a los refugiados sirios la condición de “refugiados”, sino que los considera "sirios desplazados". Sin diccho reconocimiento, los refugiados sirios en el Líbano no pueden reclamar todos sus derechos legales como refugiados.
La misión de la ISP al Líbano
Los participantes en el proyecto visitaron campamentos de refugiados en el valle de Bekaa y un refugio de refugiados a las afueras de Trípoli, donde la situación es dramática. Los campamentos y refugios están superpoblados. La mayoría de los refugiados en los campos son menores. ACNUR estima que hay un 53 % de menores entre el total de refugiados sirios, que viven en codiciones difíciles en los campamentos y refugios. Hay un problema de seguridad frecuente.
"Me gusta mucho ir a la escuela", explica Ali, un niño sirio de 12 años que asistió a una escuela cercana a uno de los campamentos de refugiados. "Los profesores son amables. En el campamento tengo miedo, me siento mucho más seguro yendo a la escuela."
Para sobrevivir, muchos refugiados y sus hijos se ven obligados a trabajar en empleos informales ya que a los refugiados se les prohíbe trabajar en el sector público. Aunque oficialmente se les permite trabajar en el sector privado, las estrictas normas de residencia y el pago de una tasa de 200 dólares imposibilitan a menudo que los refugiados obtengan un permiso de residencia y trabajo.
"Antes trabajaba en un taller de reparación de automóviles", agrega Ali. "Pero prefiero ir a la escuela, sé que es importante para mí tener una educación."
En uno de los campamentos a las afueras de Turbol, en el valle de la Bekaa, la mayoría de las mujeres y los niños trabajan en los campos de lechuga circundantes, de 5 de la mañana a 1 de la tarde, todos los días. Ganan 4 USD por día, soportando unas condiciones de vida muy duras, ya que los inviernos son fríos y los veranos calurosos. En cada tienda de campaña conviven una media de ocho personas. Muchos niños y niñas no van a la escuela. La municipalidad hace lo que puede. Se ocupan de las aguas residuales, del agua potable, la recogida de basuras y la electricidad, pero estos servicios adolecen de una falta de recursos.
Nemer Abou Msallem, del municipio de Turbol, describe algunos de los problemas que encontraron:
"Antes de la llegada de los refugiados, teníamos un pozo con una profundidad de 90 metros. Con la llegada de los refugiados tuvimos que ahondar el pozo, que ahora tiene 270 metros de profundidad. A pesar de eso, seguimos padeciendo escasez de agua".
Fuera de Trípoli, en el norte del Líbano, la misión de la ISP visitó un refugio situado en un edificio comercial abandonado. Las familias pagan 200 USD al mes por el alquiler de una habitación (agua y electricidad incluidas), con sólo un baño y sin ventanas. Alrededor de 4-9 miembros de la familia viven en cada unidad. El edificio alberga a 500 familias. Se estima que menos de la mitad de los niños y niñas están escolarizados, debido a que el refugio está ubicado en una colina, con un acceso muy difícil al transporte. Los menores son recogidos por un autobús que los lleva a la escuela por la tarde. Las familias de los refugiados tienen que pagar por su escolarización. Dado que las unidades carecen de ventanas, el olor que emanaba de los baños era completamente abrumador. Las familias se quejaban de este problema de saneamiento.
La situación es también peliaguda para la población libanesa pobre. Las tensiones son palpables. La población local percibe a los refugiados como una carga y como competidores para los puestos de trabajo que se ofertan en el mercado laboral. Es importante reconocer que el Líbano acoge al mayor número de refugiados per cápita de todos los países del mundo. Si bien es necesario abordar el marco jurídico y administrativo para mejorar la situación de los refugiados, como la ratificación de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967, la comunidad internacional también comparte la responsabilidad de prestar apoyo al Líbano y de recibir y acoger a los refugiados.
A través de este proyecto, la ISP se propone concientizar y desarrollar las capacidades del movimiento sindical en los países de la región de Oriente Medio y África del Norte para promover el acceso a servicios públicos de calidad y luchar por el trabajo decente y la protección social de los refugiados y de la población local.