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La Rebrip (Red Brasileña por la Integración de los Pueblos) sigue la política exterior brasileña e incide en ella desde el año 2000. Somos un colectivo formado por sindicatos y asociaciones profesionales, movimientos sociales, campesinos, femeninos y ambientalistas, y oenegés autónomas y pluralistas que busca influir en las negociaciones de comercio internacional y en los procesos de integración regional. En este sentido, estamos comprometidos a construir una sociedad democrática basada en un desarrollo ético, justo y ambientalmente sostenible, y trabajamos en conjunto con redes latinoamericanas y globales.
Como red, llevamos conviviendo desde el año pasado con el agravamiento de la crisis política e institucional en Brasil. Mientras tanto, desde principios de año la crisis ha tomado caminos de ruptura de orden democrático y de los principios constitucionales del país. Bajo el argumento de una gestión fiscal no reglamentaria (proceso conocido como “pedaladas fiscales”), se quiere apuntar hacia un “crimen de responsabilidad” e impedir la continuidad de un Gobierno legítimamente electo. En la raíz de la disputa, hay un bloque de fuerzas conservadoras que quieren lograr, a través de maniobras y golpes congresuales, lo que no consiguen desde el 2002 en las urnas, en un periodo que ha supuesto la pérdida de cuatro elecciones consecutivas.
El logro histórico de la democracia y el respeto a los derechos humanos son pilares políticos que establecen garantías individuales y normas colectivas para la coexistencia entre individuos y grupos afectados por las desigualdades y las diferencias en la sociedad brasileña. Los brasileños en particular, y los ciudadanos latinoamericanos en general, saben de dónde provienen y cuál es el sentido de las rupturas democráticas. Los casos de Honduras y Paraguay todavía están frescos en la memoria democrática de los pueblos latinoamericanos como golpes disfrazados de legalidad. En Brasil, aún se recuerdan los informes de la Comisión de la Verdad, que analizó los delitos en contra de los derechos humanos establecidos a partir de la ruptura institucional de 1964, la cual instauró una dictadura cuyos efectos todavía están presentes hasta hoy. Sabemos claramente quién pierde cuando se pierde la democracia: las trabajadoras y los trabajadores, las mujeres, los negros, los pueblos indígenas, los pueblos y las comunidades tradicionales, los campesinos y los que se ganan la vida con su trabajo.
Por lo que respecta a los temas que están en el objetivo de la Rebrip, los articuladores de la ruptura institucional ya han señalado en más de una ocasión los principales puntos de su programa. La integración regional, como prioridad, se sustituye por la integración subordinada a EE. UU. Los acuerdos comerciales, ahora de nueva generación, pasan a ser prioritarios, con vistas a una integración subalterna en las cadenas de producción global, lo que garantiza a las grandes transnacionales que Brasil ya no será un obstáculo a su poder corporativo, ni verbalizará la más mínima propuesta de reglamentación de su capacidad de violar los derechos humanos, o de garantizar ilimitadamente sus derechos de propiedad intelectual, o de poner sus derechos de inversionista sobre cualquier derecho humano o social, o de situar la apertura de nuevos espacios de mercado por encima de la oferta de servicios públicos universales y de calidad.
Así, quedan claros los motivos por los que la Rebrip, en este momento, se suma a las luchas y a los movimientos sociales de Brasil, y reafirma, asimismo, su resistencia al golpe y su confianza en los pilares de la democracia y el respeto de los derechos humanos que garantiza la Constitución brasileña.