30 Noviembre 2017
Una reciente investigación sobre regímenes tributarios especiales otorgados a grandes corporaciones en el continente revela que estas políticas de inversión no han garantizado flujos permanentes de capital ni mayor crecimiento económico.
Ambas variables económicas se relacionaron más con el boom de las materias primas que con la exoneración de impuestos, según afirma la investigación promovida por la Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd), con apoyo de Oxfam.
Los puntos principales presentados por la investigación Privilegios a Cambio de Nada, realizada por Rodolfo Bejarano, estan presentados abajo:
- Existen 337 incentivos de carácter tributario para las empresas transnacionales en la región; 256 corresponden a exoneraciones, siendo la recaudación del Impuesto a la Renta (IR) la más afectada (167 incentivos).
- A pesar de la política de incentivos, las economías de la región siguen siendo dependientes de pocos sectores de producción primario-exportador y de actividades con uso de mano de obra intensiva pero con muy poco valor agregado.
- El gasto tributario total -buena parte relacionada a estos incentivos- equivale al 4.6% del Producto Interno Bruto (PBI) de los países de la región, casi igual al 5.0%, 4.6 % y 3.4% del PIB destinados a protección social, educación y salud respectivamente.
- No hay una correlación entre incentivos y bienestar social. Más bien, se da una “carrera a la baja” entre los países de la región que compiten por atraer más Inversión Extranjera Directa (IED) otorgando beneficios, mejores condiciones y tratos especiales en lo tributario.
- Con ello se ha contribuido a generar un sistema tributario inequitativo. La región pasó de recaudar impuestos indirectos (que pagamos todos) por 2.4% del PIB en 1990, a 6.0% del PIB en 2015. En cambio, la recaudación directa por concepto de renta y ganancias de capital se ha incrementado solo 0.68 veces del 1990 al 2015.
- Se dijo que los incentivos atraerían IED, sin embargo estos flujos no se han mantenido constantes. Otro argumento fue que generarían empleo, sin embargo se observan altas tasas de desempleo con niveles casi inamovibles respecto a los de los años 90.
- Una política de promoción de las inversiones debe considerar un sistema de evaluación de los costos y beneficios de los incentivos, así como un mecanismo de monitoreo que permita conocer si se han cumplido con ciertos objetivos económicos y sociales.
- El uso extendido de centros financieros offshore y la facilidad con que se pueden crear empresas fachada, permite que las corporaciones puedan disfrazar sus inversiones como si fueran “nuevas” y gozar de esta forma de los incentivos trasladando sus beneficios hacia el exterior.
- Evitar la competencia fiscal solo es posible bajo un esquema de coordinación entre economías de características similares que busquen armonizar sus regímenes tributarios, siendo los espacios de integración subregional las instancias adecuadas para empezar a evaluar la viabilidad de un sistema común de aplicación de incentivos a la inversión.