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Posiblemente sea la primera vez en su historia que la ciudad de Flint, en el Estado de Michigan (Estados Unidos), recibe atención mundial. Lamentablemente, lo hace por la intoxicación masiva de sus ciudadanos debido a la presencia de plomo y otros contaminantes en el agua de la ciudad.
A raíz de la fuerte desindustrialización (por la desaparición de las fábricas de automóviles) y de las consecuencias de la crisis financiera mundial, la ciudad de Flint perdió muchos de sus empleos bien remunerados y de sus residentes de clase media.
A continuación se produjeron las victorias electorales de los republicanos en el Estado. El Gobernador republicano Rick Snyder procedió a una reducción de los impuestos a las empresas y a los más adinerados por valor de casi 2000 millones de dólares, al tiempo que recortaba drásticamente los servicios públicos y lanzaba ataques contra los convenios colectivos y los fondos de pensiones de los empleados de los servicios públicos.
En este contexto, el gobernador Snyder pasó a tomar pleno control del ayuntamiento de Flint. Snyder utilizó sus poderes de gobernación para designar a un “Gerente de emergencia” con poderes dictatoriales sobre el ayuntamiento de la ciudad.
La crisis del agua comenzó en abril de 2014, cuando el gerente de emergencia de Flint dejó de pagar a la ciudad de Detroit por suministrar agua a los ciudadanos de Flint y, en lugar de ello, decidió sacar el agua para abastecer a la ciudad del contaminado río Flint —y así ahorrarse un par de millones de dólares—. La apresurada operación llevó a tratar las aguas del río Flint con numerosos productos químicos muy agresivos que provocaron filtraciones de plomo y otras sustancias tóxicas a través de las tuberías de la ciudad hasta los hogares, colegios, hospitales y centros de trabajo.
El envenenamiento por plomo es especialmente dañino para los niños y niñas y no es segura la absorción de cantidad alguna de esta sustancia. El 9 de febrero, el artículo How Many Flints Are There? (¿Cuántos Flint hay?), aparecido en el periódico The Nation, decía: “Una cantidad de polvo de plomo que cubra la uña del dedo pulgar es suficiente para provocar a un niño un coma o convulsiones que le lleven a la muerte. La décima parte de dicha cantidad provoca daños en el coeficiente intelectual, pérdida de audición o problemas de comportamiento, como déficit de atención, desorden de hiperactividad y dislexia”.
Por si esto fuera poco, parece que la administración del Gobernador Snyder conocía el envenenamiento, ya que empezaron a suministrar agua embotellada al personal de su administración diez meses antes de que la crisis se hiciera pública.
Rosa Pavanelli, Secretaria General de la Internacional de Servicios Públicos, afirma:
“La crisis de Flint es un ejemplo flagrante de los resultados de los gobiernos de derechas. Sus políticas de austeridad lesionan y matan. Flint no es el único caso y los Estados Unidos no es el único país. Debemos enfrentar en todo el mundo esta despiadada actitud hacia la vida humana y los derechos humanos. Nuestra afiliada AFSCME nos alerta de que el gobierno local puede recurrir a privatizar el agua, como una forma de distanciarse más de la crisis que ha provocado. La ISP apoya al personal de los servicios públicos de Flint, a sus familias y sus comunidades en su lucha contra esta inmensa injusticia.
Más información sobre la labor de la ISP en el sector del agua:
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