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El proletariado cognitivo: El trabajo más allá del territorio y del tiempo de producción material

15 Septiembre 2017
Las fuerzas sindicales tienen una tarea de contextualización frente a estos nuevos procesos históricos y a las nuevas formas como los sujetos conciben, estructuran y desarrollan el trabajo en las sociedades; tienen la responsabilidad de pensar la forma como se deben establecer las relaciones laborales y las garantías

“Esa historia, esta acumulación es el producto de la singularidad concreta (que la historia aquí nos muestra en acción) y de la producción de subjetividad. Nosotros la asumimos y la describimos a posteriori. No tiene nada de necesaria, todo es contingente aunque con conclusión, todo es aleatorio pero construido en la historia que contamos […] si hay lagunas y saltos estos se revelan en la continuidad histórica – una continuidad siempre irregular, pero progresiva – incluso globalmente, ontológicamente catastrófica” (Negri, 2012)

Por Julián Corrales

Tal como se menciona en la anterior cita, el devenir histórico implica la contingencia y, en ella, también la manifestación de los acontecimientos históricos como su conclusión. Los actos humanos, las convenciones y relaciones sociales, las evoluciones y manifestaciones culturales, están inscritos y, podría afirmarse que condicionados, a dicha conclusiones.

El momento histórico actual se caracteriza por un sinnúmero de fenómenos sociales y culturales que hacen una ruptura evidente con otros momentos de la historia de las sociedades, y que le constituyen una identidad propia. En este caso, se puede mencionar como una de sus características, la modificación de la cotidianidad de los individuos como fruto de la mediación de las TIC en sus contextos y en sus relaciones culturales, sociales y laborales.

Las relaciones políticas y laborales no escapan de estos momentos. Desde la perspectiva de Antoni Negri y desde el de proletariado cognitivo se puede dar un acercamiento para comprender estos contextos teniendo en cuenta las nuevas formas de relaciones laborales y de producción que se establecen entre los trabajadores, los dueños de los medios de producción o monopolios de las formas de producción actuales  y las formas de trabajo emergentes de los nuevos contextos.

Concepto de desterritorialización y relación con nuevas relaciones laborales emergentes

De acuerdo con Giddens (1995), los individuos modifican sus estilos de vida y, por tanto, transforman su cotidianidad a partir de diversos fenómenos y condiciones sociales que ellos mismos producen convirtiéndose, a su vez, en sistemas abstractos que les vinculan. Estos sistemas abstractos son, en primera medida, herencias históricas generadas por los colectivos, que evolucionan en la medida en que evolucionan los individuos que marcan la transformación de la cultura y la sociedad.

La dialéctica permanente entre lo estructurado socialmente y los generado de forma individual dentro de esa estructura, produce, como lo diría Giddens (1995), una transformación de la cotidianidad y, como lo plantea Pierre Bourdieu, crea el Habitus. El habitus entendido “como un sistema de disposiciones adquiridas, permanentes y transferibles que generan y clasifican acciones, percepciones, sentimientos y pensamientos en los agentes sociales de una cierta manera, generalmente escapando a la conciencia y a la voluntad. Tales disposiciones suelen incorporarse desde la más temprana infancia, a lo largo de la vida de los individuos, mediante todo un proceso de socialización multiforme y prolongado que posibilita la apropiación del mundo, del yo y de los otros” (Téllez, 2002).

De esta manera, el Habitus es un producto histórico, elaborado previamente y frente al cual el individuo no puede escapar pues, desde sus aprendizajes más elementales, se encuentra sumergido en él. El Habitus asegura la presencia activa de experiencias y prácticas mejor que todas las reglas formales y explícitas, es decir, garantiza la conformidad y continuidad de las prácticas a través del tiempo. Por esto, los agentes sociales no requieren ponerse de acuerdo o pensar permanentemente para mantener la continuidad de las organizaciones sociales. Se plantea entonces que el Habitus es un “operador de cálculo inconsciente” que nos permite orientarnos en el espacio social sin necesidad de reflexionar sobre éste. (Téllez, 2002).

Uno de los componentes que han estructurado el habitus en muchas sociedades actuales es el de la incursión de las TIC y de las mediaciones que ellas generan en la cotidianidad de los individuos. En nuestros contextos actuales, no es posible escapar de las formas de comunicación dadas por la mediación de las TIC, y las relaciones laborales y los medios de producción que emergen por ello. Es así que en las dinámicas laborales actuales, hay una influencia palpable de esas mediaciones hasta el punto en que las TIC se convierten en herramientas fundamentales para procesos de producción que ya no solo están enfocada en la producción manual sino también intelectual estructurando, a partir de allí, un campo laboral inmaterial.

Antoni Negri (2012) plantea que “La subsunción real del trabajo al capital iniciada por el maquinismo, ahora ha comprometido a todo el conjunto de la vida social, de tal manera que la explotación ya no remite a la teoría del valor – trabajo y a la relación salarial clásica, pues ha quedado atrás la prevalencia del trabajo material sustituido por la dominación hegemónica del trabajo inmaterial. Se ha llegado así a la “época de la producción biopolítica” y con ella ha terminado la vieja distinción entre Estado y mercado”. (P.13)

Teniendo en cuenta lo anterior, se puede comenzar a hablar de una modificación en las formas de trabajo debido a las necesidades que se han generado en los nuevos contextos dadas las evoluciones tecnológicas, la consolidación del conocimiento como un campo del mercado donde se oferta y se demanda sobre algo inmaterial, entre otros fenómenos sociales que han llevado a que el trabajo no sea sólo definido en cuanto a su forma material pues el trabajador actual no sólo es el sujeto que con su fuerza de trabajo interactúa con la producción para sacar materia prima o transformarla, sino también aquel que con su conocimiento acumulado produce un tipo de bien inmaterial independiente del lugar y del tiempo en que se encuentre.
Negri (2012) plantea que "El elevado aumento de la composición orgánica del capital se proyecta de manera completa sobre lo social para controlarlo. Primero la automatización y luego la informatización han superado los procesos de mecanización y han impuesto figuras inmateriales de control. Si la automatización participa aún de la vieja economía política de la valorización a través de la máquina, con la informática, este horizonte se ha superado: la mercancía deviene más transparente". (Pág. 48)

Desde esta perspectiva el concepto de trabajo se ha modificado dadas las mediaciones contemporáneas – tecnológicas por ejemplo – con las cuales se han modificado las interacciones, los lenguajes, las relaciones de los sujetos con su entorno. Estas mediaciones hacen que no sólo el trabajo sino muchas de las interacciones de los sujetos se den en diferentes tiempos y en diferentes espacios, se den de forma simultánea en diferentes lenguas y que hayan multiplicidad de lenguajes y de útiles para la comunicación. Esto provoca que  "La gradual transición del comando capitalista de la fábrica (aquella organización fordista industrial y la disciplina impuesta por el capital sobre la masa de trabajo taylorizado) a la explotación de toda la sociedad (a través de la hegemonía del trabajo inmaterial, la organización del trabajo cognitivo y el control financiero) ubica en la cooperación, en el lenguaje, en las relaciones comunes (que responden a las llamadas "externalidades sociales") la nueva base sobre la que opera la explotación. " (Negri, 2012, Pág. 71).

Algunos de estos fenómenos culturales que generan el surgimiento de nuevos hábitos, tendencias y relaciones laborales emergentes, y que se convierten en características propias de un momento histórico en particular, son el desenclave y la desterritorialización, que tienen su máxima expresión, o mejor su necesaria e inevitable evolución, en el contexto histórico contemporáneo mediado por las TIC y por los medios masivos de comunicación.

La desterritorialización entendida como la evolución en la conciencia del individuo frente a la temporalidad y la territorialidad; que se relaciona, necesariamente, con la organización social. Como afirma Giddens (1995), la organización social moderna supone la coordinación precisa de las acciones de muchos seres humanos físicamente ausentes entre sí; el "cuándo" de estas acciones está directamente vinculado al "dónde" (p. 28). Esto supone la extracción de las condiciones sociales de su ámbito local para trasladarlas a un ámbito más general con dimensiones de tiempo y espacio indefinidas (Arellano Toledo, pág. 3). El fenómeno de desenclave, por su parte, consiste en extraer la relaciones sociales de sus circunstancias locales y rearticularlas en regiones espacio temporales indefinidas (Giddens, 1995, pág. 30).

Desde esta perspectiva, se da más fundamento a la forma como Negri (2012) entiende el trabajo en los contextos actuales. Para él, la naturaleza del trabajo es hoy fundamentalmente inmaterial, mientras que la cooperación productiva es enteramente social: de aquí viene que el trabajo es coextensivo  a la vida y la cooperación lo es a la multitud. Es por consiguiente en la sociedad (y ya no más, sólo en la fábrica) donde el trabajo tiende redes productivas, capaces de innovar el mundo de las mercancías, poniendo en acción al conjunto de deseos racionales y afectivos del hombre. La explotación se determina en la misma extensión. Fin que atañe a la composición técnica y la cuestión es propuesta por la composición política de la nueva fuerza de trabajo, ya que ella (calificada por la incorporación de utensilios: en el trabajo inmaterial el utensilio es el cerebro) se presenta en el mercado con la mayor movilidad (que es también éxodo de las formas disciplinarias del poder capitalista) y con la más alta flexibilidad - que es también autonomía política, búsqueda de autovalorización, rechazo de la representación. (pág. 82).

Teniendo en cuenta lo anterior, cabe destacar que dadas las transformaciones de las relaciones laborales y el surgimiento de fuerzas de trabajo cognitivas, deben generarse procesos sociales que busquen problematizar la forma como se establecen las garantías de trabajo digno en esas dinámicas que se van consolidando en la sociedad de la información y de la comunicación gracias a la mediación de las TIC como herramientas de trabajo y al afianzamiento del conocimiento como capital.

Dado lo anterior, las fuerzas sindicales tienen una tarea de contextualización frente a estos nuevos procesos históricos y a las nuevas formas como los sujetos conciben, estructuran y desarrollan el trabajo en las sociedades; tienen la responsabilidad de pensar la forma como se deben establecer las relaciones laborales y las garantías de manera que, como bien lo plantea la Internacional de Servicios Públicos (2017) “Se deben crear protecciones contra la intensificación del trabajo y la creación de trabajo no remunerado provocadas por el paso a una cultura de trabajo de 'estar siempre conectado' generada por el trabajo con dispositivos electrónicos. Se deben adaptar las disposiciones existentes en materia de salud y seguridad y se deben introducir nuevas medidas de protección, como el derecho a no estar disponible”.

Bibliografía de referencia:

GIDDENS, Anthony (1995). Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea. Barcelona: Ediciones Península, s.p.

INTERNACIONAL DE SERVICIOS PÚBLICOS (2017) Programa de Acción de la ISP 2018-2022, “El Pueblo por encima del lucro”.
TÉLLEZ IREGUI, Gustavo (2002). Pierre Bourdieu: Conceptos básicos y construcción socioeducativa. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional. 229 p.
https://issuu.com/tatianna/docs/lb_negri/6


Julián Corrales es filósofo y miembro de la Asociación de Servidores Públicos Departamentales y Municipales de Antioquia (ADEA), Colombia, afiliada a la ISP.

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