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Nosotras, las feministas, los grupos a favor de los derechos de las mujeres y las organizaciones aliadas de la sociedad civil, en distintas partes del mundo, que firmamos esta declaración, exhortamos a los gobiernos a apoyar este instrumento jurídicamente vinculante sobre las corporaciones transnacionales y los derechos humanos. Las negociaciones en la Organización de las Naciones Unidas representan una oportunidad, para los Estados miembros, de demostrar que existe voluntad política de posicionar a la justicia económica, la justicia ambiental, la justicia de género y la rendición de cuentas ante el pueblo, por encima de los intereses corporativos.
FIRME ESTA DECLARACIÓN Y ÚNASE A LAS FEMINISTAS POR UN TRATADO VINCULANTE PARA ASEGURAR QUE, ESTE OCTUBRE, LOS GOBIERNOS BRINDEN SU APOYO A UN TRATADO DE LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS (ONU) PARA DETENER LOS ABUSOS CORPORATIVOS DE LOS DERECHOS HUMANOS Y PARA PROTEGER LOS DERECHOS DE LAS MUJERES.
Ha llegado la hora de que los Estados miembros de la ONU finalmente cumplan con la obligación de respetar, promover y proteger los derechos humanos y el medio ambiente, y que pongan fin a la impunidad corporativa.
La magnitud y el impacto de las maniobras corporativas en todo el mundo están perjudicando en gran medida a millones de personas y al medio ambiente: desde la expropiación de tierras y los desplazamientos hasta la contaminación del agua y del suelo, y las vidas de las defensoras de los derechos humanos que se pierden en aras de proteger los derechos humanos, la subsistencia, las libertades y los territorios. Miles de acuerdos comerciales y de inversión protegen los intereses corporativos, sin obtener ni respetar el consentimiento previo, libre e informado de las comunidades afectadas, ni los marcos regulatorios que protegen a los derechos humanos y al medio ambiente del abuso corporativo.
Nosotras, mujeres, niñas y personas de todas las identidades étnicas, raciales, de género y grupos etarios, sufrimos la violación de nuestros derechos, la violencia y la discriminación por parte de las corporaciones. El patriarcado, el racismo y el capitalismo se combinan para oprimir a las mujeres, especialmente en el Sur global y en las comunidades marginadas:
Reconocemos que, actualmente, el sistema económico global se construye sobre la base de priorizar las ganancias en lugar de la vida de las personas y el medio ambiente. En particular, las corporaciones transnacionales logran evadir la rendición de cuentas porque existen vacíos legales que habilitan la impunidad en muchos niveles, socavando la democracia y el Estado de derecho. Preocupa especialmente la magnitud del poder que adquieren las corporaciones transnacionales a través de las cláusulas de la solución de controversias entre inversores y Estados (SCIE) de los acuerdos comerciales y de inversión. Estos conceden a las corporaciones el poder unilateral de anular leyes y políticas nacionales cuando las mismas reducen las ganancias esperadas por los inversores. El espacio normativo legítimo del Estado, donde se establecen las políticas públicas sociales, se protegen los derechos humanos y se exige la rendición de cuentas de las corporaciones, se ve radicalmente socavado por un creciente poder corporativo, la captura corporativa y las estructuras de poder que refuerzan esto aún más.
Las corporaciones transnacionales aprovechan la idea del feminismo y la igualdad de género para mejorar su imagen en algunos países, pero, al mismo tiempo, abusan sistemáticamente de los derechos humanos de las mujeres en otras partes del mundo. Advertimos, con elevada preocupación, que el empoderamiento de las mujeres, que solía ser una idea feminista radical para transformar a la sociedad, ha sufrido manipulaciones y se ha reducido a un enfoque individualista de autoestima, espíritu empresarial y consumismo.
Rechazamos la propaganda de «feminismo corporativo» y «responsabilidad social corporativa». Una agenda limitada al equilibrio entra la vida personal y laboral, a lograr mayor cantidad de mujeres en posiciones gerenciales o licencias por maternidad, no logra abordar el abuso sistemático que sufren las mujeres por parte de las corporaciones. Estas versiones neoliberales y corporativas del feminismo refuerzan especialmente el carácter explotador del trabajo de las mujeres en los sistemas capitalistas, no cuestionan el patriarcado ni la supremacía blanca y sostienen la creencia de que la liberación de las mujeres es posible en el modelo económico existente.
Insistimos en que un enfoque instrumental de la igualdad de género como medio a través del cual se logra el crecimiento económico y que, al mismo tiempo, ignora los abusos corporativos de los derechos humanos, solo afianza aún más la discriminación de género, la pobreza, la explotación laboral y, como consecuencia, se produce una creciente desigualdad entre países, entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres.
Sabemos que los intereses comerciales interfieren en las decisiones políticas. Actualmente, las corporaciones tienen más poder económico que muchos Estados. La influencia política que tienen y la captura corporativa de la toma de decisiones amenazan los derechos humanos de las mujeres y socavan las decisiones que deberían tomarse en aras del interés público en lugar de las ganancias de las corporaciones.
Exhortamos a los Estados a que dejen de menoscabar la obligación que tienen de regular el comercio y proteger el medio ambiente y las personas, a través de acuerdos comerciales y de inversión, y que cumplan con su responsabilidad de proteger los derechos humanos, inclusive a través de la protección de las instituciones políticas ante la influencia indebida de las corporaciones y de dichos acuerdos comerciales y de inversión.
Exigimos a los Estados que den un paso drástico y responsable regulando las actividades corporativas, tomando decisiones políticas y jurídicas para priorizar a las personas y al medio ambiente por encima de los intereses/ganancias de las corporaciones y que promuevan la igualdad de género y los derechos humanos de las mujeres, independientemente del género, la raza y la etnia.
Solicitamos a las mujeres y a nuestras aliadas feministas en todo el mundo que apoyen un instrumento internacional jurídicamente vinculante para responsabilizar a las corporaciones ante los abusos de los derechos humanos.
Juntas, aunamos fuerzas para movilizarnos por un tratado que reconozca el impacto desproporcionado y específico de género que tiene el abuso corporativo, que adopte un enfoque de no discriminación y justicia de género, que asegure el acceso de las mujeres a la justicia, y que reconozca explícitamente y proteja a las defensoras de los derechos humanos, desafiando el poder corporativo y la impunidad, en defensa de los derechos, las personas y la naturaleza.