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Desde el 17 de mayo, el gobierno del presidente brasileño Michel Temer viene pasando por la mayor de sus crisis políticas, cuando se reveló el contenido de un audio de la conversación entre el mandatario y el empresario Joesley Batista, uno de los dueños del frigorífico JBS. En este, entre otras irregularidades, Temer se pone de acuerdo con el pago por el silencio del ex diputado federal Eduardo Cunha, conductor del proceso de destitución de Dilma Rousseff y, hoy, preso por corrupción.
Internacionalmente, la repercusión ha sido grande. La prensa de fuera de Brasil destaca la probable salida del presidente, además de las movilizaciones populares contra él y las reformas laborales y del sistema de jubilación. Igual se resalta la paralización de los trámites de estas reformas por cuenta de la crisis.
El diario “La Nación”, de Argentina, relató que la población sale a las calles y exige que Temer renuncie y que se produzcan elecciones directas. La emisora alemana Deutsche Welle dijo que es “difícil” que el presidente se mantenga en el poder, mientras que el diario francés “Le Figaro” afirmó que el mandatario “quedará aislado e irremediablemente debilitado” si no logra mantener sus alianzas políticas.
Los medios de comunicación vinculados al mercado financiero, como el “Financial Times”, la agencia “Bloomberg” y la revista “Forbes” lamentan que la crisis haya paralizado las reformas en el Congreso, hecho celebrado por los movimientos sindicales y sociales brasileños, que las denuncian como dañinas a la población del país.
En un comentario enviado a la Internacional de Servicios Públicos (ISP), Jan Willem Goudriaan, secretario general de la Federación Sindical Europea de Servicios Públicos (FSESP/EPSU), afirma esperar que los nuevos escándalos sean el fin de ese “gobierno corrupto y sus políticas antisindicales”.
“He visto grandes movilizaciones en la pasada semana en Brasil. La lucha sigue. Y, por supuesto, Michel Temer no quiere salir… protege los intereses de su clase”, concluye él.